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Como te ven te tratan

Una de las primeras cosas que hice cuando me mudé a Toronto fue registrarme en el Canadian National Institute for the Blind (CNIB), pues necesitaba mi Metropass y ayuda para empezar a aprenderme las rutas que haría más frecuentemente en la ciudad. Como el CNIB también ofrece ayuda con actividades de la vida diaria, pensé que sería una buena oportunidad para aprender técnicas específicas para ciegos, pues yo aprendí a cocinar según lo fui necesitando, y desarrollé mis propias técnicas para picar cosas o para saber si algo está ya cocido por ejemplo. En mi primer entrevista con el instructor le dije que entre otras cosas, quería aprender a partir frutas, verduras y quesos pero en rebanadas más o menos homogéneas en forma y tamaño, aprender a quitar el corcho de las botellas de vino sin romperlo y adornar los platos, además de pintarme las uñas yo sola. Él me contestó que esas cosas ya eran muy avanzadas y no tan necesarias en realidad y que comenzaríamos por marcar mi horno de microondas con Braille, algo que yo había hecho ya.

En ese momento me di cuenta de que no estábamos en el mismo canal. Me dijo que si quería, me podría ayudar a organizar mi ropa, y que él aconseja a sus alumnas que para que sea más fácil combinarla, ¡tengan un máximo de cuatro colores en su guardarropa! Cuando oí eso no pude evitar reírme. Como le dije, si yo siguiera su consejo tendría que deshacerme de más de la mitad de mi ropa! Y que esa no es opción para mí, pues me gusta mucho variar y combinar los colores e incluso los accesorios. La verdad sí me molestó que un especialista en rehabilitación de ciegos no entendiera que para muchos de nosotros sí es importante sentirnos y vernos bien, y que por default, a pesar de estarme viendo, asumiera que yo sacrificaría mi apariencia física con tal de no tener que complicarme la vida pensando en qué ponerme o cómo combinar mi ropa. El hecho de que yo no me pueda ver a mí misma no significa que no me interesa mi apariencia física o mi arreglo personal, ¡al contrario! Después de todo, como te ven te tratan. Creo que es muy importante dar una buena imagen, pues además eso ayuda a cambiar o terminar con muchos de los estereotipos sobre los ciegos. Me siento muy bien cuando la gente nota y me dice que qué bonita blusa o que qué bien combina mi atuendo.

Me considero muy afortunada por haber podido ver los colores hasta los 13 años y recordarlos, eso definitivamente ayuda. Además también tengo memoria de las diferentes gamas o tonos de un mismo color: desde claros como lila, verde menta o azul cielo hasta morado fuerte, verde esmeralda o azul marino. También recuerdo la diferencia entre colores similares como salmón y melón o marfil y hueso. Así, no sólo sé teóricamente qué colores sí combinan, sino que tengo una imagen en mi mente. Aún así, por lo general pido opinión sobre las combinaciones que se me ocurren, por si las dudas. Prefiero clasificar la ropa por color, aunque siguiendo un patrón lógico de acuerdo a la tela o tipo de prenda.

Yo distingo toda mi ropa por tacto: desde la tela y la textura, hasta la forma o detalles que me permitan reconocerla como el cuello o el escote, cierre o botones, adornos o diseños con textura. Antes de tener mi ColorTest (un aparatito que al pegarlo a los objetos detecta y dice de qué color son) por lo general no compraba dos prendas de la misma forma y tela, para no confundirlas. En caso de tener dos cosas iguales, les ponía un segurito o botón para identificarlas con más facilidad.

Tengo colores favoritos, telas y diseños que en general me gustan más que otros o que sé que me favorecen más que otros. De entrada sé que es difícil combinar una blusa y una falda con diferente estampado; cuadritos y flores no van, por ejemplo. Además de reconocerla como dije arriba, me acuerdo de la descripción de cada cosa y así puedo hacer combinaciones en mi cabeza, aunque como ya dije también, sí me gusta tener una opinión de alguien que vea. Procuro ir de compras con gente en quien yo confío, como alguna amiga, mi mamá o J, quienes además de decirme lo que está de moda y sugerirme opciones, ya conocen mi estilo y lo que me gusta. Ellos saben que prefiero que sean honestos y me digan la verdad si lo que me quiero comprar me favorece, si se me ve bien o no, y lo mismo aplica cuando quiero cambiar de look.¡Todos necesitamos espejos!

Si yo fuera ingeniero, creo que ya habría inventado un espejo inteligente para ciegos, que nos permitiera asegurarnos de que todo está bien y en orden con respecto a nuestra apariencia física antes de salir de casa. Podría ser por ejemplo una mini computadora con cámara integrada capaz de evaluar la imagen del usuario en ese momento, comparándola con fotografías en una base de datos personalizada. Me encantaría que me dijera por ejemplo: “el lipstick es muy obscuro con respecto al que usas en el 90% de las fotos, y no está parejo, te falta poner un poco más en la comisura derecha” o “el pelo no tiene mucho volumen en la parte de enfrente con respecto a tu foto prototipo”. En el inter, seguiré confiando en mi memoria y mi buen tacto.

Veintisiete horas sin luz

Desde ayer a las 3:30 PM Nos quedamos sin luz. Aunque mi compu todavía tenía pila, por supuesto me quedé sin Internet y como lo necesitaba para seguir trabajando, mejor decidí apagarla y esperar a que regresara la luz para conservar la pila en caso de tener que leer algo importante. Sin energía eléctrica no había mucho que hacer o mejor dicho, no había manera de hacerlo.

Recuerdo que desde chiquita me hacía mucha gracia que se fuera la luz, pues automáticamente yo estaba en una posición ventajosa con respecto a mis papás o a mi hermano y me reía de su necesidad de encender velas. Lo malo es que aunque a mí literalmente me da igual si hay luz o no para moverme por la casa o incluso para leer, también necesito usar electricidad y por supuesto sí me afecta que no haya por tantas horas. A las 9:00 PM que la luz seguía sin llegar, optamos por comprar algo para cenar. Aunque por supuesto yo sí puedo cocinar a oscuras sin problema, en este país las estufas son eléctricas, así que ni un té podíamos hacer. También me tocó bajar y subir ocho pisos por las escaleras cada vez que Roger tenía que salir al baño. Lo que nos salvó de morir de aburrimiento fue el iPod, que conectamos a unas bocinitas con pilas recargables que a veces conecto a mi BookPort para leer cuando estoy haciendo cosas. Cuando en la mañana la luz seguía sin llegar, ¡no dábamos crédito! Digo, en México creo que la vez que más tiempo pasé sin luz fueron tres horas. Me topé con varios de mis vecinos inmigrantes en las escaleras y el comentario general era que en … (país tercermundista) igual sí se llega a ir la luz, pero ¡no por tantas horas!

Hoy por la mañana el encargado del edificio nos dijo que había gente de Toronto Hydro trabajando para resolver el problema desde ayer, que en toda la manzana no había luz y que no sabía a qué hora regresaría. Pusimos en práctica Nuestro plan de contingencia y nos fuimos a la universidad para por lo menos poder trabajar ahí un rato y por supuesto usar Internet. Además nos llevamos todo el kit para recargar los celulares y los iPod, además de las pilas de mi BookPort. Después de 18 horas ya sin energía, había que estar preparados para cualquier eventualidad.

Para no hacer el cuento más largo, ¡la luz regresó hoy a las 6:20 PM! Parece que el apagón empezó con un incendio en un generador y que cuando lo estaban arreglando tronó otra cosa. De cualquier forma, sigo sin dar crédito de la cantidad de horas que les tomó arreglarlo. Esta es una prueba más de que en realidad en el primer mundo las cosas no son perfectas y que más bien tendemos a idealizarlo.

Cinco años con Roger

Roger y yo nos conocimos el 15 de julio de 2003 y fue amor a primera vista. De entrada movía la cola sin parar, después se sentó en frente de mí y me dio primero una mano, luego la otra. Cada vez que yo le soltaba una mano él la cambiaba por la otra, como buscando contacto conmigo. Después se tiró al suelo para que lo acariciara. Aunque mi entrenador ya me había dicho que el mejor match para mí sería un perro algo grande, cuando lo vi por primera vez sí me impresionó su tamaño. Roger es una cruza de labrador con golden retriever completamente negro. Tiene el pelo un poquito más largo, la cabeza y las orejas más grandes, y la cola más gruesa que un labrador puro. Creo que es una perfecta mezcla de las dos razas tanto físicamente como en su comportamiento. Los golden pueden ser bastante tercos, aunque muy inteligentes. Helen era una labrador negra, por lo que yo estaba ya habituada a esa raza. Había leído en varios sitios de Internet sobre perros que los golden son extremadamente cariñosos, pero no sabía a qué grado. A veces creo que Roger podría vivir sólo de cariño, que es mucho decir dado su enorme amor por la comida; cuando está sin arnés y ve comer a alguien, lo demuestra con ojos tristes mientras le tiembla la mandíbula y se le escurren gotas de baba del antojo. ¡Y conste que él no se alimenta más que de croquetas! Además, es impresionante su capacidad de agarrar del suelo cualquier cosa que parezca comestible en una fracción de segundo. Yo digo que es como aspiradora portátil.

El entrenamiento en Nueva York fue muy intenso. A pesar de saber cómo trabajan los perros guía e incluso haber tenido uno o varios, es necesario entrenar con el nuevo perro desde casi lo básico, para que ambos miembros del equipo se acostumbren a hacer las cosas juntos. Por ejemplo, el perro tiene que aprender cuánta fuerza usar para jalar a su dueño y evitar así obstáculos, además de recibir comandos de una nueva persona. Para mí lo más difícil en un principio fue acostumbrarme a la diferencia de tamaño entre los dos perros… Helen era, aunque algo gordita, chica. Roger es un perrazo cuyo lomo me llega algunos centímetros arriba de la rodilla. A pesar de su tamaño, es, como le decían algunos de los entrenadores, Gentil Giant.

Siempre me ha dado mucha ternura cuando pienso en la cantidad de cambios en la vida de los perros guía. A los dos meses van a vivir con sus puppy walkers, una familia adoptiva con quienes pasan el primer año de su vida, tan pronto los separan de su madre. Ahí aprenden a ir al baño con correa y por comando, les enseñan obediencia y los socializan, llevándolos a muchos y variados sitios públicos, medios de transporte, etc. Una vez que los perros regresan a la escuela, por lo general no ven más a sus antiguos dueños. Después de pasar varias pruebas físicas y de temperamento, empiezan a recibir el entrenamiento formal como guía para ciegos. Durante esa etapa por supuesto el vínculo principal es con su entrenador, pero después de graduarse, por lo general no vuelven a verlo.
En agosto de 2003, a poco menos de un mes de habernos visto por primera vez, llegamos al DF para empezar nuestra nueva vida juntos. Además de todos los cambios normales en un perro guía, el pobre Roger no entendía español. Claro que Helen estuvo en la misma situación muchos años antes. Los comandos para guiarme siguieron siendo en inglés para evitar confusiones y porque así fue el entrenamiento, pero lo que hice, sin pensarlo en realidad, fue que los nuevos comandos o palabras que le iba enseñando tanto a Helen como a Roger eran en español. Fue muy chistoso que la primera palabra que los dos perros en su momento aprendieron fue “quieres”, que identificaron con algo placentero para ellos: quieres una treat? Quieres comer? Quieres agua? Cada perro fue aprendiendo más palabras hasta que el español se volvió algo natural para ellos. Lo importante para los perros, incluso más que las palabras, es la entonación. Yo creo que eso de hecho ayudó a mis dos perros a aprender español.

Ahora que Roger y yo nos mudamos a Toronto me doy más cuenta que nunca de cuánto le hablo en español y sobre todo, de que él está super cómodo con ello. Hay palabras en español que parecería le gustan más que en inglés. Por ejemplo, el comando para que camine más rápido es “hop up”, pero, a no ser que se lo diga con un tono de voz super alegre, a Roger como que le da igual. Un día, después de repetírselo varias veces, de plano le dije “en chinga” y ¡entonces sí aceleró! Y de hecho acelera siempre que se lo digo. Cuando en hora pico las puertas del metro se abren y debemos esperar a que la gente termine de salir para meternos, siempre le digo “inside” (que es el comando que él aprendió) y luego agrego “métete cuando puedas”, lo cual impresiona mucho a la gente. Aunque aquí están muy acostumbrados a oír cualquier cantidad de idiomas, varias personas me han dicho que mi perro es muy inteligente, que “habla español”, que cómo es eso, que de dónde somos. Cuando les digo que yo soy mexicana y él en realidad es de Nueva York y está entrenado en inglés, pero que aprendió español conmigo, se impresionan. La verdad me gusta que mi perro sea bilingüe, un gringo que aprendió español.

Problemita con mi Dell

Hace menos de un año me compré una laptop Dell. Confieso que la principal razón por la que opté por una máquina de esa marca en lugar de una infalible Toshiba (la mejor en mi experiencia) fue porque había de varios colores, uno de los cuales era rosa. Pero no cualquier rosa, sino ¡flamingo Pink! Me emocioné y ya no quise buscar más, yo tenía que tener una compu así. La máquina sí está super bonita, pero esa decisión tan superficial me trajo problemas desde el principio. La compu venía con Windows Vista, que más allá de los retos comunes a muchos usuarios que han tenido que hacer la transición, la combinación de ese sistema operativo, JAWS y los drivers de Dell resultó muy poco afortunada. JAWS nada más no era estable ni obedecía muchos comandos. Probé varias configuraciones y ajustes, pero nada. Durante varios meses no usé esa compu porque terminaba perdiendo más tiempo intentando que JAWS sirviera bien. En soporte al cliente de Freedom Scientific de plano me dijeron que si podía, mejor le instalara Windows XP a la Dell, lo cual no fue nada fácil, entre otras cosas por el Media Direct.

Para no hacer el cuento muy largo, la compu quedó perfecta con XP y desde diciembre la uso casi sin parar. Lo que más me gusta es la batería, que es de 8 celdas y dura aproximadamente seis horas.

Tristemente, los problemas con mi compu continúan, aunque no por culpa de Dell. Ahora se le desprendió la tecla control izquierda. Parece que la tapita superior que se zafó está intacta, pero la parte de en medio que va entre la tapa y la base del teclado, alrededor de la bolita de goma sí tiene una patita rota. Mejor quité la cubiertita de goma porque se estaba despegando y me dio miedo que se perdiera.
Aunque la situación no es tan grave, igual me desespera. La tecla control es muy importante para usar JAWS, pues con ella se detiene la lectura, por ejemplo. Además están todas las funciones cuyos comandos de teclado involucran el uso de control en combinación con otras teclas, desde copiar y pegar, abrir y guardar archivos, hasta mover el cursor al principio o al final del documento. Si aprieto el hueco que cubría la bolita de goma sí se activa control, pero se siente horrible. Claro que está la tecla control derecha y sí puedo trabajar, pero no es igual.

Para empezar no compré la garantía de servicio de Dell. Aunque son un buen deal en el caso de necesitar reparaciones, antes de la famosísima crisis del café que acabó con mi Toshiba (seguro será tema de otra entrada) yo nunca había necesitado ese tipo de servicio. Ya estuve investigando en foros y parece que tendré que comprar un keyboard kit de Dell, pues no venden teclas sueltas. Alternativamente, también puedo llevar la compu a un hospital de laptops, en donde seguro me la pueden arreglar. En fin, supongo que ésto lo puedo ver un ejercicio más para mi paciencia.

Comer es un placer

¡Comer es uno de los grandes placeres de la vida! Por supuesto nos alimentamos para nutrirnos, obteniendo de la comida los elementos que nuestro organismo necesita para llevar a cabo distintas funciones. Pero el acto de comer va más allá de una simple necesidad. La humanidad ha aprendido a disfrutar la comida y en general, la gente busca que los alimentos que consume sean agradables al gusto. No es coincidencia que el continente americano haya sido descubierto por el deseo de ir a la India en busca de especias para aderezar la comida en Europa.

Muchos países son famosos por su cocina, que es motivo de orgullo nacional. El sabor y calidad de los platillos depende por supuesto de los ingredientes, del cocinero, y de las costumbres y tradiciones culturales o religiosas en cada región. En la actualidad, diversos utensilios o aparatos electrodomésticos han facilitado y reducido el tiempo de elaboración de comidas tradicionales. En zonas urbanas es mucho más común utilizar una licuadora o procesador de alimentos para preparar salsas, en lugar de hacerlo con un molcajete o mortero. Las ollas de presión en las que los alimentos se cuecen considerablemente más rápido también son comunes. Aunque el resultado es muy similar, los alimentos sí tienen un mejor sabor cuando son preparados de la manera más tradicional. Una salsa hecha en molcajete, por ejemplo, es superior a una que ha sido molida en licuadora. Igualmente, los alimentos cocidos en olla express tienen menos sabor que cuando se preparan en una olla convencional.

Hay principios básicos que son comunes en la preparación de un sin fin de platillos, semejantes incluso en guisos de distintas cocinas nacionales. Por lo general primero se fríen cebolla y ajo y después se agregan los ingredientes base del platillo como carne o vegetales, muchos de ellos a su vez ya cocidos, fritos o preparados de alguna otra manera con anterioridad. Algunas especias se agregan al cocinar la cebolla y otros condimentos como sal, pimienta y orégano, por ejemplo, se añaden más hacia el final, una vez que el resto de los ingredientes están bien incorporados. En la mayoría de los casos el orden de los factores sí altera el producto, pues hay alimentos que necesitan más tiempo de cocción que otros. Incluso los platillos horneados se preparan en varios pasos. Por lo general la salsa no va cruda, sino que se prepara antes, para dar un mejor sabor al platillo y facilitar la incorporación de todos los ingredientes.

De todos los utensilios modernos de cocina, el que más me llama la atención y que de hecho no entiendo es el slow cooker (para el cual creo que no hay traducción en español) también conocido como Crockpot, que es la marca más famosa de estos aparatos. Consiste en una olla de porcelana con tapa de vidrio montada sobre una base con una especie de resistencia eléctrica. El termostato regula la temperatura, que es considerablemente menor al punto de ebullición. Así, la cocción de los alimentos es mucho más lenta. La idea que hace tan atractivo este aparato en países como Estados Unidos o Canadá es que todos los ingredientes son puestos en la olla al mismo tiempo y listo. La carne y/o vegetales, el líquido (generalmente agua) y algunas especias son cocinadas lentamente, sin requerir más cuidados. En un principio la idea suena al menos interesante. Por supuesto cocinar lleva tiempo y ¿a quién no le gusta llegar a casa y encontrar la comida lista, sólo para servirla y disfrutarla?

Una visión más romántica y benevolente del aparato lo podría asemejar a una especie de olla mágica, como esas de los cuentos que producían el platillo deseado con sólo pronunciar unas palabras secretas. Aunque la idea puede parecer atractiva para ahorrar tiempo, una de sus desventajas es que por lo general, ¡todo termina sabiendo a lo mismo! ¿Y cómo no va a ser así, si se eliminan tantos pasos en la preparación de los alimentos, sin importar de qué se trata?

Aunque los platillos preparados en un slow cooker pueden ser una alternativa más saludable a la comida rápida o a las TV Diners, creo que quienes lo usan sacrifican lo más por lo menos. Con esto regreso al principio de esta entrada: comer es un placer que va mucho más allá de una necesidad biológica.

¡Por fin quedó mi iPod!

La interfase de los iPod los hace inaccesibles para ciegos. No sólo no tienen botones para su control, sino que los menús por supuesto no hablan. Estuve investigando y descubrí la existencia de Rockbox, cuya principal ventaja para mí es que con la opción adicional de voz, va leyendo los menús y los nombres de los archivos. El iPod se maneja de manera similar, moviendo la ruedita y seleccionando la opción deseada con el botón de en medio, y Rockbox sí hace toda la diferencia. Deletrea los nombres de los archivos, lo cual es un poco desesperante porque al irme moviendo por la lista el nombre que lee no siempre corresponde al archivo sobre el que está el cursor, pues no hay manera de callarlo hasta que termina de leer todo el nombre.

Rockbox es un programa Open Source que remplaza el firmware para varios reproductores de audio digitales, incluyendo varios modelos de iPod. Una vez instalado, al conectar el iPod a la compu se comporta como una unidad más de disco, así que la transferencia de archivos (desde y hacia el Ipod) es facilísima, usando Windows Explorer por ejemplo. La ventaja es que no se utiliza iTuns, que de entrada es completamente inaccesible para JAWS. Además es compatible con muchos formatos. Lo malo es que creo que sí hace un poco más lento el iPod al estar en la lista de archivos, al menos usándolo con voz. El programa está en constante evolución y sí ha mejorado desde finales de 2006 que empecé a usarlo.

Ya en otra ocasión, después de instalar una nueva versión había tenido el problema de que a pesar de que el archivo de la voz estaba bien instalado y en el directorio correcto, el iPod no hablaba, hasta que J activó la opción de leer menús. Ayer me pasó lo mismo. Yo quería usar una que lee más rápido, pero fue imposible. Pasé varias horas intentando que la voz funcionara. Después de bajar la nueva versión del software, la instalé siguiendo las instrucciones del manual. No tuve ningún problema con la instalación en sí, pero cuando quise activar los menús de voz no pude, por más que lo intenté. Después de instalar y desinstalar diferentes voces, logré hacerlo funcionar. La clave es que la versión del software y de la voz debe ser la misma. La voz que encontré para la versión actual Es muy robótica, no muy clara. Supuestamente es en inglés, pero es muy chistosa porque rola la r. Algo importante es que una vez que la voz ya está funcionando hay que entrar a cada menú y activar la opción para que lea cada objeto en los menús, los nombres de los archivos y otra información como el indicador de batería.

Aunque mi iPod con todo y Rockbox no es igual de amigable que una computadora con JAWS, me encanta tener un aparatito lleno de música, podcasts o audiolibros que me puedo llevar a todos lados y manejarlo yo sola, como todo el mundo.

Algo sobre los animales

Creo que una de las cosas más interesantes de todo este año ha sido observar la convivencia de Roger con los gatos de J. Nosotros decimos que fue como traer hijos de distintos matrimonios a vivir juntos, aunque estábamos tranquilos y sabíamos que sí podía funcionar porque en México los animales ya se conocían y todos pasábamos los fines de semana juntos.

Cuando Roger y Francisca se conocieron, no se pelaron mucho. Ella simplemente estableció su jerarquía haciendo contacto visual directo con él. Se respetan mucho y no se molestan. Por otro lado, Moncho siempre ha querido tener más interacción con Roger, quien al principio le tenía miedo, a pesar de que el gato se tiraba en el suelo enseñando la panza para que jugaran. Ahora conviven perfectamente, aunque a veces Moncho es fregoncito con Roger porque le encanta acostarse en su cama o meterse a su lugar favorito en la casa, debajo de mi escritorio. Pero en general hay armonía y Roger ya sabe que el gato es inofensivo, por lo que pensamos que sólo hace como que tiene miedo para llamar nuestra atención.

Desde que estábamos en México yo le había dicho a J que estaría bien ponerles cascabeles a los gatos para que yo supiera en dónde están y cuando llegaron a Toronto se los pusimos. ¡Funcionó perfecto! Ahora yo reconozco a cada gato por el sonido de su respectivo cascabel contra las plaquitas de identificación, que son de distinta forma y tamaño. Al principio fue muy chistoso porque Francisca, que estaba celosa de mí, se dio cuenta de que yo sabía en dónde estaba por el sonido de su cascabel y, cuando yo la buscaba ella se petrificaba para no hacer ruido. Ahora ya hasta me maúlla para que yo sepa dónde está.

Es muy interesante ver cómo cada uno de los animales tiene su lenguaje y su manera de comunicarse con nosotros. Lo que sí es un hecho es que tanto Roger por supuesto como los gatos saben que yo no los veo. O sea que son blind friendly. Según J, sus gatos no hacían tanto ruido en México como aquí, aunque la verdad yo sí recuerdo a Francisca maullona desde chiquita.

En la casa Roger está libre y actúa como un perro común y corriente, bien portado por supuesto. Él sabe que tiene que darse a entender de manera distinta, por ejemplo haciendo ruido para que yo sepa que está ahí o que necesita algo. Cabe señalar que las familias que tienen a su cuidado a los futuros perros guía cuando son cachorros no hacen mucho contacto visual con ellos, para prepararlos también en ese sentido a convivir con ciegos. Roger Tiene muchas formas de darse a entender. Cuando no tiene agua en su plato y yo estoy cerca, va y lo lame haciendo mucho ruido para que yo me dé cuenta de que está vacío y luego va conmigo y me ve, hasta que le pongo más agua. Cuando quiere cariño o bien empuja nuestra mano con su cabeza, o simplemente se sacude para que por el ruido me de cuenta de que ya llegó, y es chistoso ver que hace lo mismo con J, aunque es claro que sabe que él sí lo ve.

Los gatos maúllan de diferente forma según lo que quieren, ya sea agua, comida, jugar o solamente cariño. También usan distintos maullidos para comunicarse entre ellos, como cuando se llaman a jugar o cuando quieren bajarle a la intensidad del juego. Ha sido interesante también ver cómo todos los animales prácticamente compiten por cariño. Si acariciamos a uno de ellos, los otros llegan como diciendo “hey, aquí estoy, yo también quiero”. Cuando llegamos a regañar a alguno de los tres, los otros como que se sacan de onda, sienten la tensión y supongo que les da gusto que ellos no sean los regañados.

Una cosa que me llama la atención de Roger y que Helen no hacía es que al estarme guiando, se sacude mucho después de hacer algo que le costó trabajo como pasar por algún lugar muy angosto o caminar entre mucha gente, o algo que no le gusta como tener que pisar una placa de metal de las que hay en la calle, como si se estuviera quitando algo desagradable de encima.

Roger se angustia muchísimo cuando estoy triste y sobre todo cuando lloro. Y no hablo de llorar a moco tendido. Aunque sólo me salgan algunas lágrimas y se me quiebre la voz, ¡Simplemente no lo soporta! Ladra, brinca, intenta lamerme la cara… como para consolarme, para decirme que ahí está. Por un lado es muy tierno verlo haciendo eso, pero por otro, ¡es un poco estresante no poder llorar!

Berenjena con albahaca estilo tailandés

Desde la primera vez que probé este platillo me encantó. Es delicado, aromático y con mucho sabor. Busqué la receta en Internet y, como casi siempre, terminé modificándola un poquito. Es muy fácil de preparar y queda delicioso. Alcanza perfecto para dos personas como plato principal, Acompañado con arroz blanco al vapor.

Ingredientes
3 berenjenas bebé o asiáticas cortadas en cubitos irregulares para que sea más fácil moverlos en la olla
2 dientes de ajo muy bien picados
2 o 3 chiles verdes (no serranos) picados
2 cucharaditas de aceite de oliva
hojas de albahaca fresca cortadas (aproximadamente una taza)
2 cucharadas de salsa de soya
¾ taza de agua
1 cucharada de azúcar

Procedimiento
El ajo y el chile se fríen en el aceite de oliva, hasta que el ajo se pone café (aproximadamente 3 minutos, cuando el ruido que hacen al freírse disminuye).
Se le agrega la berenjena y después de mezclar un poco se le añade el agua, se tapa y se deja cocer a fuego medio durante unos 6 minutos. Si la berenjena no está bien cocida (si se siente durita con la cuchara de madera) se le pone un poquito más de agua y se deja cocer otros 2 minutos.
Después se le incorpora la salsa de soya y el azúcar mezclando suavemente y se deja cocer unos 2 minutos más a fuego lento.
El toque final y más importante son las hojitas de albahaca. Después de mezclarlas poco a poco se apaga la flama y se tapa la olla, para que todo el platillo se impregne del aroma y el sabor de la albahaca.

Nacos hay en todo el mundo

El otro día que regresaba caminando a mi casa de comer en un pequeño restaurante medioriental, Roger, mi perro guía, se detuvo intempestivamente sobre la banqueta. Por más que yo lo animaba a seguir adelante, él nada más no caminaba. Cuando me di cuenta de que el obstáculo que no podíamos rodear era una camioneta que estaba estacionada sobre la acera, no podía creerlo. En pleno Toronto, en donde la gente es tan amante y respetuosa de las reglas, ¡precisamente yo me vengo a topar con un conductor tan poco civilizado! Por unos momentos me sentí de nuevo transportada al DF, y me vi a mí misma intentando caminar sobre la banqueta pero no pudiéndolo hacer por los coches estacionados ahí. Sólo faltaban los hoyos y alguno que otro perro callejero para completar el cuadro. Inmersa en esos pensamientos, me salió del alma decir “cómo es posible, ¡ni que estuviéramos en México! En serio que nacos hay en todo el mundo…”

Inmediatamente después oigo a la mujer que manejaba la camioneta decirme, en español, «híjole, perdón. Ahorita me muevo». Aunque no crucé más palabras con ella y no podría afirmar que distinguí su acento, el hecho de que usó las palabras híjole y ahorita me hace pensar que era mexicana. Aunque al principio sí me dio algo de pena haberle dicho prácticamente en su cara que era una naca, luego pensé en lo irónico del asunto. Pero dado que no me reclamó lo que dije y de hecho se movió, creo que ella se sintió peor que yo. Al menos espero que así haya sido y que no lo vuelva a hacer, ni aquí ni en ningún otro lugar.

Va de nuevo

¡Por fin retomo mi blog! Ahora por supuesto en WordPress, que resultó ser infinitamente más screen reader friendly que Blogspot. Aunque perdí el ritmo para escribir que estaba empezando a agarrar antes, espero recuperarlo pronto.

Cuando pienso en el potencial que tiene este medio me entra un poco el nervio, aunque en realidad creo que no escribo tan mal. Después de todo, parte importante de mis responsabilidades en cada uno de los trabajos que he tenido ha sido escribir artículos, memos y documentos analíticos. Además, supongo que en ese sentido de algo habrán servido los comentarios y críticas de mis profesores a los innumerables papers que he tenido que escribir sobre distintos temas, la inmensa mayoría teóricos. Desde filosofía de la ciencia (incluyendo por supuesto epistemología y ontología), hasta las diferentes teorías que existen en la academia sobre nacionalismo o política informal. Pero por supuesto siempre se puede mejorar. Como típica estudiante de doctorado, tengo el impulso de citar o al menos poner fuentes, referencias o incluso notas al pié sobre cada cosa que escribo. Pero este blog es más bien informal, así que afortunadamente descansaré de eso.

Sé que, dada la presión académica a la que estoy sometida, necesitaré disciplina y sobre todo hacerme el tiempo para continuar escribiendo. Puede que hasta me sirva de terapia e incluso de recordatorio de que ¡la academia no es lo único importante en mi vida!

Quiero escribir sobre muchas cosas, algunas actuales y otras no tanto. Será una buena manera de contar las anécdotas más chistosas que me han sucedido, hablar sobre tecnología, mis animales, gastronomía y todo lo que vaya saliendo.

Disclaimer: Aunque haré lo que pueda para evitar errores ortográficos, es bastante probable que se me vayan algunas cosas. Aunque no es una disculpa, la explicación es simple: más allá de las reglas básicas, la ortografía es muy visual y siendo ciega, yo leo escuchando, no viendo. Claro que existe el Braille, aunque su poca practicidad hace su uso un poco complicado en estos tiempos. Pero ese es otro tema que seguramente tocaré en otra entrada.